Junto a la Fundación Armstrong y en el marco de un premio otorgado por la Universidad de Bologna, hemos llevado adelante una experiencia que sostiene como horizonte la recuperación del espacio público, la plaza del barrio y a su vez del juego y el jugar como bienes culturales.
Nos reunimos al abrigo de un proyecto que consiste básicamente en poner más linda una plaza del barrio de González Catán. La plaza se llama Jumalien en homenaje a un Hermano Lasallano que tras una crisis que se vivía hacia el interior de la comunidad y que produjo la ida de muchos hermanos en su momento él dijo: “yo me quedo”.
El andamiaje del proyecto consistió en una serie de encuentros de formación a jóvenes de la escuela secundaria y la Pastoral Juvenil. El sentido de la formación se basa en constituir un clima y un sentido ligados a fortalecer lo colectivo y la identidad del grupo de jóvenes y su posicionamiento en la intervención comunitaria.
En una ronda de intercambio sobre cómo estamos y las expectativas que tenemos en torno al llamado a la acción en la plaza del barrio, ellos y ellas iban diciendo que estaría bueno pintar los juegos, conseguir otros nuevos, mejorar el césped, reparar los pozos y los senderos, poner carteles y fundamentalmente que el barrio la empiece a usar más.
En esa misma ronda, una joven levanta su mano, pide la palabra y dice algo así como: "creo que nos estamos organizando como jóvenes del barrio y está buenísimo porque salimos a buscar a los vecinos y pibes del barrio para que usemos este espacio que es de todos, pero también hay que decirle al Estado que ahí tiene una responsabilidad que atender". Sentimos que en esas palabras se juega una ciudadanía participativa e implicada, que se asume co-responsable en el abordaje de los problemas que atraviesan a una comunidad y que aprende a decirle en la cara al Estado cuando se encuentra ausente.
Jugar es acto y potencia. Ese relato expresa acto y potencia de un grupo de jóvenes que se asume empoderado.
En su palabra se revela la evidencia de un acto de responsabilidad.
En su palabra se revela la evidencia de un acto de responsabilidad.
Dice Bajtín, "arte y vida….”
Este grupo de jóvenes va sabiendo traducir en actos de su vida cotidiana, del ejercicio de su ciudadanía, lo descubierto en el juego. Y desde Agora Ludus quisimos escribir un proyecto para enseñarles a vivir, pero ellos dan sus primeros pasos y nosotros ya somos su aprendiz.
“En y hacia la construcción de culturas lúdicas. Cinco actos para un acontecimiento”. Agora Ludus.